martes, 13 de agosto de 2024

Rosario Castellanos, la narradora del Chiapas interior

El dios de los hombres blancos 

es un dios vengativo.

Dicen que los que ven su cara

caen muertos.

 En cambio, el dios de los indios

 es una piedra.

Una piedra que duerme en la montaña

y no daña a nadie.

 

Rosario Castellanos. Ciudad Real (1960)

 

La primera novela de Rosario Castellanos, Balún Canán (1957) inicia: “Mi nana dice que no debo jugar con los niños de la cocina. Dice que se me puede pegar algo. Yo no entiendo qué se me puede pegar. Porque la nana misma dice que las enfermedades se pegan y los niños de la cocina no están enfermos.”

 

La segunda novela Oficio de Tinieblas (1962) inicia: Aquí estoy, llamándote. Vuelve los ojos a mí. Tú, el que eres, el que vive y reina. Ten misericordia de nosotros.

 

La tercera novela de la autora, Rito de iniciación, publicada póstumamente en 1997, inicia: “Primero, todo está oscuro y callado Después, alguien enciende la luz y yo no puedo permanecer en mi cuarto. Tengo que incorporarme, que ponerme de pie, que calzarme y vestirme a toda prisa porque mi madre me espera y con ella, mi destino.”.

 

En estos tres párrafos iniciales de la narrativa literaria de Rosario Castellanos, encontramos las voces de una niña, en Balún Canán; de un indígena en Oficio de Tinieblas y de una joven mujer en Rito de iniciación. Con ello, quiero señalar la intención de RC de dar voz a quienes han sido colonizados porque tanto la niña, como el indígena y la mujer joven, son sujetos convertidos en silencios en medio de sociedades que los oprimen y los convierten en no personas.

 

Las niñas, las mujeres, los jóvenes, los indígenas, son los borrados dentro de la cultura de la dominación. Por eso, al arrebatarles la voz, se les exilia al lugar de la inferioridad.  

 

Rosario Castellanos va más allá de simplemente otorgarles voz: les otorga el silencio, ese silencio generador de mundos donde habitan porque la lengua española es la que vehiculiza las leyes del dominador; es la lengua en la que se expresa la autoridad de la razón. En cambio, las lenguas indígenas en este caso, el tzotzil, tojolabal, chamula y lacandona, entre otras, son las lenguas silentes, las que necesitan callar para poder escucharse, las que se expresan a través de los sueños y los silencios.

 

Aunque niñas, indios y mujeres han sido convertidos en inferiores, sus voces se convierten en murmullos. En susurros dichos entre ellas mismas o vertidos en oraciones a sus dioses antiguos como suspiros, como alientos apenas; murmullos para desatar el nudo de palabras no dichas y, por lo tanto, contenidas en un discurso ahogado.  

 

En esos silencios se agolpan las esperanzas no dichas, los cantos de la tribu, el pasado abolido del nosotras. Ahí también se encierran las profecías de los antecesores. De ese silencio se levanta la sospecha, la insurrección: la sospecha de que la autoridad del ladino es una mera estratagema para someterlos; la insurrección para reclamar lo perdido.

 

Las voces dadas por Rosario Castellanos a los inferiorizados no son palabras de la razón. Porque en la razón del ladino, de la autoridad, ellos no pueden expresarse. Son voces del deseo de existir de otra manera, como si el lenguaje de los inferiorizados tuviera que inventarse para poder existir; es más un deseo de pronunciación, de cambiar las condiciones mismas de quien habla.

 

“En este papel que habla se consigna la verdad. Y la verdad es que todo este rumbo, con sus laderas buenas para sembrar trigo, con sus pinares que han de talarse para abastecimiento de leña y carbón, con sus ríos que moverán molinos, son propiedad de don Diego Mijango y Orantes…Así que tú Juan Domínguez Ventana o como te llames, estás sobrando, estás usurpando un lugar que no te pertenece y es un delito que la ley persigue. Vamos, vamos, chamulas. Fuera de aquí (Ciudad Real, 1960).

 

RC revela la injustica de los dominadores donde quiera que mire: en la sociedad mestiza, en la familia o en las comunidades indígenas. Lejos de construir una mirada idílica sobre los pueblos indígenas, la niñez o las mujeres, descubre la injusticia donde quiera que sea o, más bien, devela las relaciones de poder que atraviesan las diversas relaciones sociales, así sean íntimas o no tanto.

 

RC fue partidaria de la libertad al mostrar la esperanza que anida en los grupos subordinados. Sus letras revelan el anhelo de buscar otra forma de ser.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 12 de agosto de 2024.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

 

 

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