viernes, 20 de septiembre de 2024

La Alameda de la Ciudad de México: del niño del aro al baile callejero

El biciclo es una rueda 

con otra ruedita…¡claro!

y el biciclista remeda

al niño que en la Alameda

va jugando con el aro.

 

Manuel Gutiérrez Nájera. Bicicletas

 

Bailaban los muchachos, bailaban los adultos, bailaban las mujeres, bailaban las jóvenes. Apenas un pequeño tendido cubría a quienes cantaban y sus aparatos de música. Ahí, sobre las banquetas de la Avenida Juárez, en las extensiones peatonales de los hoteles de lujo, alrededor de la Alameda Central de la Ciudad de México, la muchedumbre se dio cita para bailar. Bailaban solos, bailaban a brincos, bailaban con ritmo, bailaban en pareja, bailaban con el aire, bailaban.

 

También circulaban las cervezas y los cigarrillos. Ese olor que deja la mariguana se apoderaba del ambiente cuando te atrevías a pasar por sobre los círculos donde se arremolinaban cantantes y bailadores. Mujeres de cualquier edad, hombres de toda condición; con pelo largo o totalmente rapados; tatuados desde la frente hasta el final de la piel o vestidos de mezclilla formal, todos y todas saltaban, danzaban, se mecían.

 

La lluvia caía, lo cual, a nadie le importaba. Cada quien seguía en su rola porque al fin de cuentas, cada quien vive en su propia música. Cada quien habita en los pasos que da sobre el pavimento, sobre el duro pavimento que resiste al gentío, a las épocas, al tráfico.

 

Los bailes callejeros hace tiempo que empezaron a convertirse en expresiones de cultura popular. Se trata de acontecimientos donde quien los desarrolla puede expresar sentimientos, emociones y destrezas. Aquí no son grupos que realizan batallas de baile callejero, sino expresiones espontáneas alrededor de la celebración de las fiestas patrias en la ciudad de México. Pretextos para estar en la calle, para estar con la banda, para consumir lo que sea; para consumirse también.

 

Los adornos verde, blanco y rojo se extienden en calles, tiendas, jardines. Las personas se adornan el cuerpo con los colores de la bandera. Los vendedores ambulantes ofrecen cualquier cantidad de adornos para que la gente tenga un distintivo de pertenencia a la fiesta: sombreros mexicanos diminutos, con ¡Viva México!, flores tricolores, penachos de plumas, patitos de hule con jorongo mexicano: todo ello adicionado con luces led que hacen turístico el atuendo. Desde luego, de manufactura “made in China”.

 

Nos abrimos paso entre la masa que se arremolina delante de una “tocada”. Tenemos que atravesarlas para llegar al hotel donde nos hospedamos porque este México de la calle nos sale al encuentro para hacernos desistir de las crónicas escritas por Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895), quien se encontraba lindas marquesas paseando en la Alameda cuando daba once vueltas, diariamente por la tarde, o a niños jugando con el aro.

 

También nos hace desistir de la prosa de Carlos Monsivaís (1938-2020) para quien la Alameda fue un espacio público central de la Ciudad de México, símbolo del cambio de época. Un lugar de la metrópoli donde los personajes se sucedían unos tras otros.

 

Hoy, en 2024, las muchedumbres son recibidas en la Alameda con murallas. Estaba amurallado el monumento a los Niños Héroes, las estatuas de Benito Juárez y Beethoven, en su permanente solemnidad y desde luego, el Palacio de Bellas Artes.

 

Las vallas policiacas, las vallas de metal muestran el nivel del miedo de los gobernantes: la muchedumbre sale, baila, fuma, accede a paraísos efímeros. Pero nadie sabe qué rumbos puede tomar, así que los emblemáticos monumentos, son resguardados para que sigan siendo el lujo del México porfiriano.

 

Nos abrimos paso entre grupos de bailadores para llegar al hotel. Desde la habitación seguimos escuchando las tonadas de jóvenes que bailaban y cantaban. La fiestas patrias fueron el pretexto para los bailes de banqueta, para las tocadas, para los toques. De ese México populoso que celebra cualquier cosa o más bien, que se celebra a sí mismo en el único acto personal colectivo de bailar consigo mismo aunque esté dentro de la masa.

 

La noche comienza. A lo lejos, el Palacio Nacional/ con tu misma grandeza y con tu igual/ estatura de niño y de dedal .

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 20 de septiembre de 2024.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

La Ciudad de los Cuarzos de Queta Nava-Gómez

Y de noche, si te duermes tocándola, te dará sueños agradables

 

Queta Nava Gómez. La Ciudad de los Cuarzos

 

Cuando leemos y todo lo que late se detiene, estamos en presencia de literatura porque las palabras logran atraparnos en la intrincada media noche donde pueden suceder historias que nos devuelven el sentido de la vida. Pueden ser historia de aventuras; historias ficcionalizadas que nos trasladan a otras lateralidades de la existencia, pero que son historias de lo humano.

 

Se dice que las obras literarias deben ser originales, pero lo original es una cualidad que puede ser atribuible al estilo, a la agilidad con que se manejan las frases, a la trama, a la construcción de personas, al relato mismo. Debemos preguntarnos qué significa en la actualidad lo original en la literatura.

 

La Ciudad de los Cuarzos de Queta Nava Gómez es un libro que debemos leer. Es un libro que es un gusto leer. Se puede leer como una serie de cuentos de ciencia ficción, que, en conjunto, forman una novela; novela que narra una manera de enfrentar los problemas humanos. Queta Nava-Gómez sigue la tradición de escribir episodios con historias cerradas que contribuyen a la narrativa amplia de la novela. Los personajes y las situaciones se trasladan de un capítulo a otro en una secuela de relatos interconectados.

 

Porque la Ciudad de los Cuarzos está estructurada a base de cuentos que se conectan a través de la aventura y las experiencias internas de los personajes, recurso narrativo que diversos escritores han utilizado.

 

El mundo ficcionalizado por Queta Nava Gómez es un mundo donde el agua ha desaparecido, pero existe una solución, encontrar la piedra Aqua futuri, escondida en algún lugar. A partir de esa premisa, el libro se convierte en una historia de aventuras a la usanza de Emilio Salgari o Las Mil y una Noches donde puede ocurrir lo insólito. El libro combina ciencia ficción, ecología, política, amor, ambición, esperanza, en un lugar fuera de lugar. Se ambienta en algún futuro de la tierra donde animales y plantas han desparecido. Encontrar la piedra Aqua futuri parece ser la solución para volver al planeta que alguna vez fue.

 

Planeta que queda en el recuerdo de unos cuantos, encerrada en esferas del conocimiento a modo de una gran biblioteca del pasado.

 

Como dice la autora en la nota de introducción, el personaje principal es la ciudad, como si estuviésemos en alguna megalópolis con vida propia donde las personas solo muestran algún aspecto de ella. Aquí lo que encontramos no es la condición social la que marca el destino de las personas, ni la escolaridad, sino que son las piedras, las gemas, las que van conduciendo las vidas de quien las posee. Con las gemas se forman las ciudades, la apariencia de bosques, los animales que viven en algún recuerdo. Las gemas anuncian el destino y también pueden conducir a la muerte, pues los poseedores de las gemas más ambicionadas, aquellas que encierran el tesoro del agua o pistas para conseguirla, siempre están en peligro de perecer.

 

Aunque, aparentemente, la novela sigue a Aldebarán, quien es heredero de las esferas de conocimiento que le entregó su padre a fin de que encuentre la piedra Aqua futuri y cese el sufrimiento del planeta, realmente la aventura pasa de personaje en personaje hasta llegar a finalizar la búsqueda. Queta Nava Gómez, explora en cada uno de los episodios temas de complejidad permanente como las decisiones personales, el destino, la búsqueda interior, el desamor, la obsesión, la desafección por la vida.

 

Quizá se pueda decir que esta novela trata sobre el destino. Un destino fraguado en las gemas que no puede ser eludido, como profecías de Oráculos, que inevitablemente se tenían que cumplir. Por eso, aunque es un libro de aventuras, algo que los personajes hacen, es una obra profundamente introspectiva porque asistimos a las reflexiones íntimas de Lyra, Sagiita, Libra y las de otras y otros más, para decidir su destino.

 

Los personajes viven en la superficie de la tierra, en la Ciudad de los Cuarzos, en el Desierto de Calcedonia o en el Castillo de las Espumas, pero buscan dentro del propio yo, en ese lugar dejado a la libertad, la posibilidad de disponer de sí mismo. Es ahí, en el conocimiento emotivo de ese instante de lo íntimo donde se atisba la esencia de la realidad humana.

 

En cada relato, los personajes algo tienen que ver con la búsqueda de la piedra; también con los acontecimientos humanos. Como en un universo total, al final de cuentas, personajes y situaciones, convergen.

 

En el libro desfilan figuras clásicas de la literatura como la sirena, los ambiciosos, la curandera, los sabios, la enamorada, el asesino, la melancólica. Está también Medea, los amores prohibidos, el amor a la estatua o Pigmaleón.

 

Leamos el siguiente párrafo:

 

“A ella se le apresa en un salón traslúcido, ubicado en el redondel del cuarzo hialino. Cada suspiro le resta fuerza. Rodeada de piedras soporíferas, llora y se lamenta. Grus está encerrado en un palacio del círculo citrino. En su deseo por escapar y ayudar a Piscis, golpea paredes y puertas hasta luxarse las muñecas. Solo son visitados por curanderos y magos”

 

La búsqueda de piedra Aqua futuri es una metáfora para reflexionar sobre los errores de las acciones de los seres humanos sobre el planeta, sin que se trate de posturas moralistas o didácticas. Se puede leer como un libro de cuentos cortos que nos sumergen en lo inevitable, lo trágico y lo poético.

 

También se puede leer como un libro de preguntas sobre la humanidad, la herencia del conocimiento, los límites de las acciones humanas.

Queta Nava Gómez ofrece una visión profunda de la humanidad. De esa humanidad del futuro que inevitablemente alude a un pasado. No es, entonces una búsqueda de personajes, sino un hallazgo el trasfondo de la escritora. Porque toda obra literaria está condenada a la originalidad, una originalidad que intenta el viaje hacia los orígenes mismos de la literatura donde ya estaba la sirena, el destino, Galatea, Romeo y Julieta, el desamor.

 

Quiero destacar el uso de minerales en la novela. No se trata, como se podría pensar, de minerales inventados, sino de piedras que realmente existen. Así la Boulangerita que ocasiona la tristeza es un mineral descubierto en 1837 en Francia. El Berilo, que hace surgir un enamoramiento fatal, está mencionado en la Biblia y era conocida por los griegos.

 

El cuarzo, por cierto, es el mineral más común en la corteza terrestre. Por la novela desfilan el zafiro azul, la sílice, el berilo, aquamarinas, esmeraldas, amatistas, fluorita, mármol, ágatas, venturinas, ópalos, jade, berilo, cuarzo azul, cuarzo verde, ahumado, transparente, etc.

 

También los nombres de los personajes aluden a constelaciones como Eridanus y Saggita del primer relato. Aldebarán (estrella que sigue a las Pléyades en su recorrido) y Lacerta, del segundo relato. Casiopeia alude a una constelación catalogada por Ptolomeo en el siglo II, etc.

 

Los nombres del zodiaco tienen especial importancia: Libra, la curandera, Piscis, la creadora de mares, Aries, el recolector de piedras, Aquarios, quien tendrá un papel protagónico.

 

Lo que sí son ficcionalizados, son las propiedades de los minerales. Es un uso literario de lo que sí existe en la tierra, traspuesto a la narrativa desde ese lugar que lo mira la escritora.

 

Gracias, Queta Nava Gómez, por escribir este libro donde con una destreza de hazañas y aventuras nos muestras la permanencia de la condición humana. Gracias por escribir sobre una ciudad que esperemos no exista nunca.

 

Palabras en la presentación del libro La Ciudad de los Cuarzos, el 9 de septiembre.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 14 de septiembre de 2024.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

jueves, 5 de septiembre de 2024

Huye cuando te pegan por primera vez

      ¿Cómo escribir poesía en esta ciudad de fieras?


Cuando te pegan la primera vez, huye. Escóndete con tu hija porque si te alcanza, te va a matar. El asesino aniquilará tu alma. Buscará tu rostro, buscará tu cuerpo para acabar con él. El asesino encera la hoja de acero para alcanzarte, para fraccionar tu vida. No puedes enfrentarlo; estás indefensa bajo la lluvia pertinaz. Son días animales, días de mendigar la sangre. ¿Has olido el miedo? Ese que se esconde bajo las mismas sábanas donde juramos. El miedo sabe a ratas que suben por todos lados. Que paraliza.

 

Una mujer empieza a ser asesinada cuando la golpean la primera vez. Las fieras rondan las noches sin luna.

 

Las ilusiones mueren en las heridas. Ahí queda el rastro de la niña de seda que fuiste, de los despertares al viento. Ahí quedan las historias de alas con que fraguaste a tu hija. Ahí quedan las palabras con que explicamos el mundo.

 

Nos indignamos porque las mujeres son asesinadas en su casa, en las calles, en las escuelas. Hemos presenciado otro feminicidio en Nayarit: el asesinato de la Dra. Judith Ulloa por parte de su pareja. ¿Por qué esta violencia masculina contra las mujeres de parte de quienes dicen amarlas? ¿Qué tiene el amor que conduce a la muerte? Es laberinto que nos confunde y por eso morimos.

 

La sociedad permite estos comportamientos porque si no fuese así, no ocurrirían los feminicidios. ¿Por qué digo que lo permite si existen castigos para los feminicidios? Porque los hombres son socializados en ideas de superioridad sobre las mujeres; son educados en la idea del dominio, de la posesión sobre las mujeres; son formados en la creencia de que las mujeres les pertenecen. Hasta hace poco, las mujeres  éramos educadas con un solo destino que se simbolizaba glorioso: pertenecer a un hombre. Y es que desaparecer nos duele.

 

El lenguaje del amor contiene la idea del totalitarismo. Del hombre es el cuerpo, del hombre es el tiempo; del hombre, los sentimientos; del hombre, las miradas de las mujeres. El destino nos es expropiado; los sueños, las pequeñas ilusiones. La ideología del amor cimienta el sonambulismo donde andamos amorosas; sin identidad, sin autonomía. La pertenencia es más allá del cuerpo y del alma. Se convierte en un subterráneo para que no vuelvas a salir.

 

Los pájaros vuelan hacia el sur cuando llega el frío. Nosotras ya no sentimos las alas.

 

El amor entre pareja ha sido considerado como el lugar ideal de las mujeres donde encontrarán toda la complacencia que llenará sus vidas. Fuera del amor, nada; dentro del amor, todo. El amor como nirvana que todo lo colma. El mundo encerrado en las ceremonias de la complacencia. La bestia ha desplegado los hilos de acero que no ves: el hombre, el pequeño Dios de tu vida.

 

La violencia de muerte se encuentra en el centro de las ideas del amor porque ese amor sin fisuras, es una trampa donde anidan las fieras.

 

Este reciente feminicidio nos exige revisar las acciones que estamos haciendo como sociedad, como instituciones de educación, como activistas de la sociedad civil. Porque no basta legislar sobre los feminicidios, tenemos que volver a construir pactos entre mujeres y hombres para encontrar otras formas de educarnos y relacionarnos. Donde la soberbia no nos sorprenda reverenciándola.

 

El feminicidio a que nos referimos ocurrió entre personas escolarizadas, universitarias, con posgrado, lo que no garantiza relaciones sin violencia. Entonces, no solo es la escolarización, sino una educación que no se fundamente en la superioridad masculina ni en la superioridad ciega hacia lo que sea.

 

Por eso, huye cuando te pega la primera vez. Busca refugio con otras mujeres que te acojan. Una palabra que sane, una puerta que abra libertad para ti. Una amorosa puerta donde quepa tu vida futura; donde estés tú con tu cuerpo de recién llegada. Donde ancles el alma a los días del deleite. Huye de la fiera que no tendrá compasión de ti.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 7 de septiembre de 2024.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

25 años de El Pequeño Amado

En México todos somos poetas, 

se empieza a pergeñar versos

cuando aún no apunta el bozo,

 y en verso se sigue viviendo toda la vida.

Este es el país de las alondras y los ruiseñores

 

Amado Nervo. En verso, 1898

 

En 1999 publicamos un libro llamado El Pequeño Amado, en el cual se incluyeron poesías infantiles de Amado Nervo, crónicas y cuentos. Ahora, en 2024, estamos celebrando 25 años de esa edición.

 

La escuela de la infancia es, por diversas razones, la escuela. Durante los seis años en la escuela primaria "Amado Nervo" transcurrió la infancia. En ese periodo las maestras cambiaron el juguete de la infancia por la poesía, que es amor en el espíritu. Los 24 de mayo conmemorábamos el aniversario luctuoso del poeta y sabíamos, las niñas de entonces, de un poeta nacido en Tepic, viajero por calles de otros países que cantaba a los muertos, a la hermana agua y al río Sena. Por haber estado en la escuela Amado Nervo nos sabíamos de memoria la biografía del poeta y las poesías musicalizadas por el maestro Pablo Preciado. Algunas poesías sólo las recuerdo cantando. Qué deseable que todas las escuelas tuvieran nombres de poetas, de músicos, de pintores, de bailarines. Así los niños y las niñas harían homenajes bailando, pintando, cantando, leyendo poesía. La escuela transcurriría en musicalidades prolongadas más allá del tiempo de la infancia y permanecería, como permanecen las aulas, las voces de la escuela de la infancia.

 

Actualmente los niños y niñas van a escuelas con métodos modernos donde enseñan inglés y computación, pero no conocen un sólo verso de nuestro poeta, de nuestro Amado. Por eso me propuse elaborar un libro que reuniera una muestra de la poesía, del cuento, de las narraciones y de las crónicas escritas por Amado. El propósito era lograr que cada niña y niño de las escuelas primarias, sobre todo, públicas, tuviera la posibilidad de encontrar la musicalidad de los versos.

 

Leer poesía en la infancia, aprenderse de memoria los versos del Destino, del Amor, de la Duda, de la Fe, y preguntar con Amado, dime dónde, cómo, cuando, fue la puerta para leer otros poetas en la edad adulta, cuando las palabras caían con todo su peso en el corazón.

 

Elaborar el libro El Pequeño Amado fue toda una experiencia porque durante las tardes, leía los poemas a las niñas y niños del Taller de Iniciación Artística del Museo Emilia Ortiz, en la esquina de las calles Lerdo y Querétaro, quienes bajo la dirección de Corina Ramírez y Gabriela Gutiérrez realizaron las ilustraciones lo que convirtió al libro en el libro de arte que ahora tenemos entre nosotras.

 

Agradezco a todos los que colaboraron para ello, a Mayra Fonseca que colaboró en la localización de las poesías infantiles; a Angélica Cureño que elaboró varios diseños; a quienes aportaron los fondos para publicarlo. Quiero decir que el libro fue convirtiéndose en un libro de arte no solo por la conjugación de la literatura y las artes plásticas, sino porque el tipo de impresión se realizó de acuerdo a procedimientos artesanales.

 

Pero añoro un libro sencillo que pueda ser distribuido masivamente, llevarse en las mochilas escolares y que una niña o niño, en un descanso del recorrido a su casa, encuentre versos como música, versos sencillos que volverá a retomar después, en la adultez, cuando los recuerde como llave de oro y abra el castillo donde viven los fantasmas.

 

Recordar, en la adultez, versos como:

 

La escuela

 

¿No veis los fulgores del sol en la altura

tiñendo las nubes de vivo arrebol?

Niñitos, la escuela más bella fulgura,

marchad a la escuela, la escuela es un sol.

 

¿No veis a la abeja que zumba y que vuela

buscando las mieles que da el florestal?

Niñitos queridos, marchad a la escuela,

cual turba de abejas; la escuela es panal.

 

Mirad esos nidos del árbol prendidos;

uno es de cenzontles: ¡polluelos, cantad!

Marchad a la escuela, niñitos queridos;

la escuela es un nido más bello; ¡marchad!

 

Amado es nuestro poeta no solamente porque nació en Tepic, sino porque somos capaces de conocer su obra, apreciarla y asimilarla en nuestras vidas. ¿Para qué otra cosa es el arte si no para aprender a vivir en sus andadas? Amado pesa sobre los creadores de poesía de Nayarit, hay que llevarlo despacio, depositarlo suavemente en las plazas y jardines, dejarlo caer en los camellones y en las banquetas donde germine en las voces nuevas de los niños y niñas de hoy.

 

Amado es demasiado poeta. Por eso, quiero proponer a las autoridades educativas la elaboración de un programa especial, regional, para que en todas las escuelas primarias de Nayarit se difunda, se conozca, se aprenda, la obra de Amado. Encontraremos a un escritor pleno más allá del poeta místico, a un cronista excepcional fundador de la mirada social, a un observador de lo cotidiano mazatleco, parisino, montevideano, a un escritor de literatura fantástica. Hagamos de su escritura, la propuesta estética para formar el espíritu de las niñas y los niños de hoy. Leer literatura en la infancia, aprender la musicalidad de las palabras es aprender el ritmo y la armonía del mundo sorprendiendo al corazón.

 

¡Amemos!

 

Si nadie sabe ni por qué reímos

ni por qué lloramos;

si nadie sabe ni por qué vinimos

ni por qué nos vamos;

 

si en un mar de tinieblas nos movemos,

si todo es noche en rededor y arcano,

¡a lo menos amemos!

¡Quizá no sea en vano!

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 30 de agosto de 2024.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx