Soñé que destazaba
el cadáver de mi padre,
el cual esperaba,
frío y azul, en su camilla de hospital.
Esther M. García
Uno de los poemas más conocidos de una escritora hacia su padre es el de Gabriela Mistral, titulado Padre: has de oír, publicado en 1922. Inicia: Padre: has de oír este decir que se me abre en los labios como flor. Te llamaré Padre, porque la palabra me sabe a más amor.
Algunas escritoras han realizado poemas a Dios, en tanto padre. Este es el caso del poema Ante tus ojos benditos de Sor Juana Inés de la Cruz Ante tus ojos benditos/Las culpas manifestamos, /Y las heridas mostramos, /Que hicieron nuestros delitos…
En México, tenemos novelas escritas por mujeres a partir del padre ausente, como Agua para Chocolate de Laura Esquivel. También la novela Temporada de huracanes de Fernanda Melchor donde el abandono del padre traza el hilo conductor.
Esther M. García, escritora nacida en Coahuila en el libro La destrucción del padre transmite angustia y desasosiego a partir de una sintaxis aparentemente cotidiana Yo lloraba, moqueaba, gimoteaba. No era yo, era una niña. La niña de cinco años que amó a su padre. La niña de cinco años a la que su padre abandonó en una plaza con la esperanza firme de nunca volver a verla (Libro disponible en Mapa de escritoras mexicanas).
Coral Bracho, dedica el poemario Ese espacio, ese jardín (2003) al recuerdo de su padre, al cariño que le dedicó durante los años de su infancia. Uno de los poemas dice: Ese meollo asible de hacinada ternura/ese delgado/envés. Los muertos vuelven también allí. /De allí nos miran; nos reflejan. Nos orillan a ver. / Unen la luz del tiempo, las estancias abiertas, incesantes, /del tiempo, su entramado acaecer, sus desbordadas resonancias en el cenit/ de una alcanzada desnudez: ese gozo que vuelve, /nítido.
Alma Delia Murillo, en La cabeza de mi padre emprende una búsqueda sobre el padre ausente. Si bien, Pedro Páramo de Juan Rulfo es la búsqueda del padre poderoso y cruel contada por su hijo Juan Preciado, la novela de Alma Murillo es la búsqueda de un padre impreciso, del cual la autora tiene pocas noticias. La búsqueda ocurre en el México contemporáneo, cuando la autora y también protagonista de la novela, decide iniciar la búsqueda de su padre ausente a partir de “dijeron que trabaja allá”, “tiene tal horario”. El padre se evapora cada vez que va a encontrarse con él, hasta que, por fin, logra tener un encuentro con él.
Aquí quisiera reflexionar sobre los padres que no reconocen a sus hijos, o si los reconocen, los expulsan de su vida. ¿por qué unos padres seleccionan a unos hijos o hijas para que sean sus hijos, para estar en vidas y a otros, simplemente los ignoran, los olvidan? ¿Qué nombre tenemos que inventar para esto?
Quiero terminar este breve homenaje a las escritoras mexicanas que han escrito sobre su padre, en el entendido de que se trata de un recuento incompleto, con un poema de mi autoría.
Mi padre era un hombre triste.
También era el camino
hacia el mar
los domingos de verano.
Nos llevaba a recordar
los mares
que nunca recorrió,
las estrellas
que le guiñaron
en sus exploraciones.
Mi padre
volvía a nacer en cada hija
y en las hijas de las hijas
como solo podía nacer
de nuevo
este hombre que era mi padre.
Se hizo viejo de estar triste
hasta que el tiempo lo encontró
sin cicatrices.
El día que murió
empezó
a ser un barco
a la medida
de su muerte.
En las manos
le dejamos
una cuerda
para que
en el vaivén
mantuviera el equilibrio.
A veces oigo
su suspiro
por donde le entraba
la tristeza.
A veces,
su voz, leve cómo él,
cae todavía
al corazón.
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 21 de junio 2025.
Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario