jueves, 13 de febrero de 2020

¡Wow el amor!

Duda que sean fuego las estrellas, 
duda que el sol se mueva, 
duda que la verdad sea mentira, 
pero no dudes jamás de que te amo

Shakespeare. Hamlet

¿Cómo te enamoras? ¿Cuáles son las formas que identificas de seducción? Mi madre se enamoró con las películas de Pedro Infante y de María Félix. Hoy es Hollywood quien establece los parámetros de la seducción. ¿Puede haber otra forma? Posiblemente cada generación, en cada época tenga que amar de acuerdo a los cánones que le toca, porque este tipo de amor romántico ni ha existido siempre ni ha tenido los mismos procesos. 

Las mujeres estamos condenadas al amor porque pareciera que la única forma de vincularnos con los demás es amando. Dice Marcela Lagarde que tenemos que amar a Dios primero y luego a nuestros padres, hermanos y hermanas, a nuestros hijos, abuelos, tías y tíos, a primos y primas. Agrego que también tenemos que amar a los y las vecinas, al marido, a los cuñados, a las primas, a los compadres, a los suegros, a los amigos de los suegros, a los colegas del trabajo, etc. También tenemos que amar a la patria, al trabajo, al equipo deportivo en que juegan los hijos, la paz mundial, los animales de compañía, la naturaleza y todo lo demás.

Las mujeres somos construidas en el amor como centro de la vida. A esto le podemos llamar el orden del amor, pero este orden del amor a través del cual se organiza la sociedad no es lo mismo para las mujeres que para los hombres. Mientras que, para las mujeres, el amor les socaba todas las energías para destinarlas a cuidar eso que se supone se construye con el amor, para los hombres, el amor es prácticamente, una condición de posibilidad de su existencia, digamos: un piso. Para los hombres el centro de su vida es el poder, el reconocimiento a través del trabajo, la ciencia, la política, las exploraciones, el éxito. 

¿Por qué el amor romántico se convierte en el centro de la vida de las mujeres? Porque se nos enseña que somos incompletas y que la verdadera mujer es aquella que es capaz de tener un hombre a su lado. Entonces andamos por la vida buscando un quién que nos ame y también uno a quién amar. Desde pequeñas entramos en la larga carrera de conseguirlo.

El amor idealizado y fantaseado se convierte en el anhelo de las mujeres. El trabajo, los descubrimientos, la exploración del espacio, etc., van a tener un lugar secundario porque el amor se convertirá en el anhelo que estructurará la vida. 

Desde luego que existen distintos grados de amor. No es lo mismo amar al vecino que al marido, aunque a veces existan confusiones. Sin embargo, existe un amor primordial que le otorga un eje a la vida de las mujeres: el amor conyugal, a través de la trampa sentimental de la vida familiar. Es inútil fantasear con que el amor tenga el mismo rango de importancia para los hombres que para las mujeres.

Se puede pensar pensar que eso ocurrió en mi época porque hoy las jóvenes entran y salen del amor erótico/romántico y de relaciones de pareja con una dinámica que no hubieran imaginado nuestras abuelas. Sin embargo, aunque parezca que la forma del amor ha cambiado, muy pocas logran establecer una distancia con el amor que les permita establecer su propio plan de vida donde amar no signifique dejar a un lado sus aspiraciones personales. 

Las familias escogían las parejas hasta hace apenas unos cien años. Hace mucho más, Julieta Capuleto le decía a Romeo Montesco:

“Sólo tu nombre es mi enemigo. ¿Qué es Montesco? No es ni pie, ni brazo, ni rostro. ¡Oh, sé otro nombre cualquiera! ¿Qué hay en el nombre? Eso que llamamos rosa, lo mismo perfumaría con otra designación…Mi bien, abandona este nombre, que no forma parte de ti mismo y toma todo lo mío en cambio de él”.

Y con ello, nos heredó el amor como tragedia.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco_1@yahoo.com
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 13 de febrero de 2020.

No hay comentarios:

Publicar un comentario