martes, 20 de febrero de 2024

¿Es posible una democracia desde las mujeres?

Nuestra cultura ha identificado a las mujeres

en tanto sujetos de la maternidad.

Con esto les ha asignado un lugar y un papel social

considerado como garante de su salud mental.

 

Mabel Burin

 

Es difícil pensar la democracia desde las mujeres porque las reglas del juego de la democracia se fundaron en base a un sujeto masculino dentro de una cultura salvífica varonil. El largo entrenamiento de las mujeres para la resolución de la vida privada las ha llevado a ser especialistas en la construcción de afectos, lo cual las desvaloriza para las actividades de la política a la masculina ya que carecen de las habilidades necesarias para la competencia masculina. Una de esas capacidades es la de negociación ya que las mujeres generalmente se han encontrado en situación de opresión desde las cuales generalmente no negocian, sino que aceptan. En todo caso, los recursos de la negociación de la vida privada pasan por canales del afecto.

 

En ocasiones me he preguntado cómo se construye la subjetividad de las mujeres de manera tal de dar el resultado generalizado de un destino asumido como propio por cada una de las mujeres y por todas, en conjunto. Si bien Simón de Beauvoir encontró que la maternidad atrapa a las mujeres muy pronto y eso determina su vida, su postura ante los demás, la relación con ella misma y su cuerpo, tendríamos que discutir hoy la construcción de la subjetividad de las mujeres y su vinculación con el ámbito del poder y la política.

 

La ideología de la maternidad se ha considerado una moral destinada a ser interiorizada por las mujeres con la finalidad de que cumplan el papel de cuidadoras de la vida íntima del varón. Este cambio en la función de las mujeres, de participantes de la vida productiva a formar parte de una familia de consumo, ocurrió al mismo tiempo que se incrementó la represión sexual hacia las mujeres. El goce sexual es constreñido a la familia nuclear y más específicamente al ejercicio de la maternidad. Se puede decir que la sociedad contemporánea expropió el goce sexual de las mujeres con la finalidad de afianzar una forma de familia capaz de producir un varón productivo que tuviera resuelta su situación privada.

 

La ideología de la maternidad se convierte en uno de los discursos más poderosos alrededor del cual se construye la identidad de las mujeres, el deseo íntimo interiorizado de la maternidad. La subjetividad de las mujeres se volcó en torno a lo que ocurría dentro de la familia, independientemente de la división social del trabajo. El énfasis se centró en los sentimientos personales, la construcción de comunidades de afectos y en la resolución de las necesidades de los individuos al interior de la familia. La estabilidad emocional de los miembros de la familia dependía de las mujeres. La producción de sujetos humanos a través de la maternidad condujo a la construcción de una subjetividad específica vinculada al afecto y la sobrevivencia del otro. En esa relación, las propias mujeres se producían a sí mismas (Mabel Burin, Estudios sobre la subjetividad femenina, Buenos Aires).

 

 Además, el uso del lenguaje supone una desvalorización para las mujeres ya que la práctica de un lenguaje práctico, corpóreo destinado a resolver lo inmediato; lenguaje creado en la intimidad de los afectos, las pone en desventaja ante la necesidad de utilizar el lenguaje como oratoria, la destreza en la palabra escrita y la abstracción.  

 

Las mujeres viven en el espacio de lo inmediato, de lo cercano, su vivencia con los otros es a través de espacios cerrados, en relaciones cuerpo a cuerpo. Este espacio cerrado va a ser la representación de su ámbito de acción, por lo que, al pasar al ámbito público, de lo abierto y externo, tendrán que construir nuevos referentes.

 

Es necesario precisar que el éxito en la obtención del poder es a menudo interpretado como vivencia de pérdida del hogar como un lugar ideal, aún cuando ese ideal no exista en la práctica.

 

La incorporación de las mujeres a la política se realiza dentro de las normas legales y culturales establecidas antes de la llegada de las mujeres. Pocas mujeres acceden al poder tal y como está diseñado. Sería interesante observar qué sucedería si las mujeres en masa participaran en el poder, la capacidad para transformar el poder desde otra situación o si el poder sólo puede ejercerse en las lógicas masculinas. ¿Es posible integrar las habilidades de los mundos de mujeres al mundo público? ¿Es posible que las mujeres incorporen lo aprendido en la vida privada en el quehacer público para construir otro poder? Porque éste hasta la fecha no ha hecho más que relativizarlo. Participar no sólo desde lo igualitario sino desde la potencialización de nuevas formas de estructurar la sociedad a partir de relaciones menos desiguales y jerárquicas. Para ello es necesario otra subjetividad femenina y otra subjetividad masculina.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 20 de febrero de 2024.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

No hay comentarios:

Publicar un comentario