jueves, 1 de junio de 2017

Ricardo Yáñez en la Cátedra Amado Nervo

A veces me da por pensar que todo poema,
toda literatura, todo arte,
no son sino el retorno afortunado,
que lo suyo conlleva de nostálgico,
 a una no tan perdida –no del todo– inocencia original

Ricardo Yáñez

¿Cómo decir lo nuevo con las palabras que usamos todos los días? Las palabras que dicen “buenos días”,  “pásame la sal”,  “ata las agujetas”. ¿De qué manera se acomodan las palabras para que puedan decir “He vuelto al mar/y no estoy en el mar/sino en tus ojos./ He vuelto al mar/y no estoy en el mar/sino en el tiempo de tus ojos./ He vuelto al mar/me he vuelto el mar, amor/ pero en tus ojos”.

Cuando estamos con Ricardo Yáñez lo sabemos porque cada una de sus palabras retumban dentro de nosotros. Descubre la acústica de un trance desconocido en el que quedamos diciendo y diciendo, oyendo y oyendo sus palabras como si no pudiéramos salir de ellas. A veces son frases cortas que pudieran no tener un gran sentido, pero lo tienen, por eso se quedan ahí, en alguna parte de nuestra alma revoloteando y, cuando menos lo piensas vuelves a decir “El descenso a la noche, he de decirte/ me ha servido de algo…”

Las palabras sencillas del poeta poseen un sonido cuando las dice Ricardo y otro muy distinto cuando las repites a solas. No sé si lo correcto es pensar que caen las palabras, o ascienden las palabras o iluminan las palabras. No puedo distinguir ese efecto porque es como si nunca nadie hubiera dicho lo que dice el poeta aunque todos hayamos pronunciado esas palabras. Como si a través de la poesía las palabras entraran a un río donde a fuerza de trotar entre las piedras, deslizarse con el agua, ver los amaneceres, salieran de nuevo frescas, lavadas, esclarecidas.

Sabemos a Ricardo perdido en las palabras sin idea de cuándo terminará por perderse. Y en ese perderse estamos quienes nos acercamos para encontrar el hilo en que arde la palabra.

En las palabras de Ricardo escuchamos la poética de la poesía mexicana, la que atraviesa los territorios y las generaciones porque desde arriba y abajo, el centro y las periferias Ricardo ha hecho brotar poesía en los múltiples talleres/ermitas que ha fundado y conservado. A veces sus enseñanzas siguen en algún café, la tarde de cualquier sábado o en el intermedio de la duerme-vela.

Ricardo Yáñez impartió la Cátedra Nacional Amado Nervo el 24 de mayo de 2017, en la Universidad Autónoma de Nayarit, en Tepic. A la Cátedra acudieron escritores de diversas entidades federativas que participaron en el Festival Letras del Pacífico 2017. Ambos eventos organizados por la Universidad Autónoma de Nayarit.

Le oímos: “Muy cerca de mi ocaso yo te bendigo, vida/porque nunca me diste ni trabajos injustos ni pena inmerecida”…oración de Nervo que en la voz del poeta ilumina otros detalles a los cuales asirse. Ricardo Yáñez dijo y todavía sigue diciendo: “La palabra nombra. La poesía nombra el nombrar” “¿Qué es la felicidad sino una sombra que a veces ilumina?”


 Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, junio 1 de 2017.

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