miércoles, 17 de octubre de 2018

65 años del voto femenino: voto sin poder

No te acerques a mí, hombre que haces el mundo,
déjame, no es preciso que me mates.
Yo soy de los que mueren solos,
de los que mueren de algo peor que vergüenza
o me muero de mirarte y no entender

Rosario Castellanos

El Centro Nacional de las Artes en la Ciudad de México se constituye uno de los espacios destinados a generar la mayor riqueza cultural del país: se reunieron en un mismo espacio arquitectónico cuatro escuelas: la Escuela Nacional de Arte Teatral, la Escuela Nacional de Danza Cásica y Contemporánea, la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, la Escuela Superior de Música y el Centro de Capacitación Cinematográfica. Cualquiera que se asome a ese complejo, se dará cuenta que es uno de los últimos esfuerzos faraónicos del gobierno mexicano.

Las edificaciones fueron elaboradas por arquitectos hombres.

Nos obligan a ver, a admirar, a reconocer la grandiosidad de las obras de los hombres, porque ellos son los que hacen, ellos son los que construyen lo grandioso. Sin la participación de las mujeres, entonces las mujeres no estamos en lo que permanece.

Se dice “no hay mujeres arquitectas”. No, lo que ocurre es que nos ocultan, nos privan, nos rompen, porque la genealogía de lo grandioso sigue siendo masculina. Nos obligan a vernos en las veleidades de las revistas del corazón. Nos seguimos viendo reflejadas en los cuerpos estereotipados, en la piel juvenil, en el pelo arreglado, en el arete. Esa es la imagen que nos obligan a ver como si eso es lo que somos.

¿Cómo vamos a reconocer el pasado de las mujeres grandiosas si lo grandioso sigue siendo atributo de los varones?

Entonces una puede preguntarse para qué nos ha servido el voto femenino y los derechos de las mujeres. Tenemos voto pero no tenemos poder.

No tenemos poder porque no podemos incidir en que en lo grandioso que queda estemos.
Podremos estar en la mitad de los escaños como disposición legal, pero de lo que se trata es tener poder para transformar lo que se hace y lo que queda, lo que permanece.

Shopenhauer decía que las mujeres son las mayores nulidades de mente y de cuerpo, de ellas no se pueden esperar grandes obras.

No se pueden esperar porque estamos ocultas, dejadas de lado, arrojadas al mundo infantil donde se nos ha dicho que pertenecemos, al mundo de lo supérfluo. Ellos siguen apropiándose de la construcción del paisaje ¡y nos obligan a admirar sus obras!

Yo también, como Rosario Castellanos “morimos  de algo peor que vergüenza,  
me muero de mirarte y no entender”.

Socióloga, investigadora de la Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco_1@yahoo.com
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit octubre 17 de 2018.


2 comentarios:

  1. En cambio yo puedo pensar que somos grandiosas por qué somos Las Madres Las Esposas de esos grandes hombres que forman el mundo...que sería de ellos sin nosotras. Saludos Dra. Lourdes hermosa!!!

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