lunes, 20 de mayo de 2024

Las que renuncian

Ignoramos nuestra verdadera estatura 

hasta que nos ponemos de pie

 

Emily Dickinson

 

Nunca ha sido fácil para las mujeres participar en la toma de decisiones públicas. El largo camino recorrido por las mujeres como colectivo para tener derecho de ser electas se vincula con las dificultades de la vida personal y familiar para lograr conseguir una candidatura. Tan solo en Chiapas se tiene la cifra de 280 mujeres que han renunciado a la candidatura en las elecciones 2024; en Zacatecas, 217.

 

De acuerdo a los datos de los institutos electorales de diversas entidades federativas, las mujeres renuncian por “motivos personales”, pero esos motivos personales están anclados en diversas circunstancias: los partidos las postulas en distritos perdedores, son amenazadas por diversos grupos y personas, carecen de apoyo para llevar a cabo campañas exitosas, su familia las alerta sobre los peligros, carecen de dinero para llevar a cabo campañas exitosas, etc.

 

Una candidata a presidenta municipal del lugar donde vivo, declaró a la prensa realizar su campaña básicamente ¡con su familia! Se trata de una de las contendientes que se supone que tiene alta competitividad; sin embargo, los partidos dejan de cobijarlas cuando “huelen” la derrota. O, más bien, para que están en la candidatura para perder.

 

Quizá para saberlas frustradas, acabadas, rendidas y desde ese lugar, establecer negociaciones desde ese vencimiento. En la siguiente elección, llegan otras que vuelven a repetir el arco de la derrota.

 

Cada una de estas renuncias/derrotas atrasa la agenda de las mujeres porque, actualmente, todas las energías se encaminan a obtener la nominación, llegar al día de la elección. En ello, les va la vida.

 

La obligación de la paridad lleva a nominar mujeres dentro de formas gerenciales patriarcales de los partidos políticos. Recordemos que han sido las mujeres las que sostienen los números de la militancia de los partidos, pero se trata de una militancia en tanto masa, como número, que todavía no tiene la fuerza para oponerse a las decisiones de las cúpulas masculinas de los institutos partidistas. Las mujeres en los partidos políticos son una mayoría tratada como minoría; una mayoría no posicionada.

 

Los partidos han aprendido a cumplir la paridad simulando que la cumplen. Las mujeres que renuncian son sustituidas por otras que, por el hecho de serlo, son tratadas como equivalentes: no importa qué mujer vaya en la candidatura, solo se requiere que sea mujer. En cambio, los candidatos hombres, son cuadros formados por lo que no son sustituibles fácilmente. Cada uno reconoce en el otro la capacidad de dirigir, por lo que participan en la política desde ese lugar. Las mujeres siguen representando a un genérico mujeres sin que su labor en el partido se ancle en la militancia interna ni participen desde su propia individualización.

 

¿Cómo capitalizan las mujeres la experiencia de haber sido candidatas? No solamente se debe trabajar con las mujeres que alcanzan un puesto de elección popular para que se comprometan con la democracia y con la agenda feminista en el ejercicio de su cargo; se comprometan a hacer cumplir la paridad; aprendan a negociar y se posicionen en la arena pública, sino que se tiene que trabajar con las que no fueron electas para que, entre todas, generemos una reflexión colectiva sobre los procesos y los obstáculos. Poner en claro, lo que quedó obscuro, anudado.

 

Por ello, las mujeres que han contendido, pero no han alcanzado una representación deben ser las primeras capacitadoras de quienes quieran contender en la siguiente elección, ya que ellas vivieron la experiencia de la nominación, la realización de campañas, la no obtención del cargo. Ello las posibilita para reflexionar sobre su experiencia acerca de los factores que influyen en ese proceso: desde lo que ocurre al interior de los partidos para que se den las nominaciones, la organización de las campañas, la relación con las instituciones electorales, los medios de comunicación, las alianzas entre las mujeres, la identificación de violencias, etc.

 

Es preciso generar procesos que permitan compartir la experiencia de la participación en elecciones, fin de que esa experiencia pueda ser capitalizada por otras mujeres. Procesos de enriquecimiento a partir de la experiencia política que permita avanzar al colectivo de las mujeres.

 

Con la aprobación de la paridad tuvimos cifras de ensueño: la mitad de todo el poder para las mujeres; la mitad de todos los cargos; la mitad del cielo. El proceso electoral actual nos muestra la roca dura de la realidad. Esas inamovibles estructuras que empujamos para que se tuerzan sobre sí mismas y nos devuelvan, de nueva cuenta, la misoginia, la violencia obscura, los días donde no contamos.

 

¿Cuándo nos posicionaremos como colectivo mayoritario? Cuando, entre todas, enfrentemos al león.  

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 25 de mayo de 2024.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

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