Solo las fronteras verdes y las fronteras del aire
cicatrizan bajo los pasos del viento nocturno
Ingeborg Bachmann
Cada vez que das un like a alguna publicación en internet un espíritu te persigue por toda la red. Aunque se llamen algoritmos, realmente se trata de fantasmas que aspiran tu vida y te engañan. A ti, a mí, a todxs
Los algoritmos son acciones que siguen a otras en secuencias; por ello, si tú das like a una página de poesía latinoamericana, enseguida tendrás la oferta de otras páginas de poesía semejantes. De la misma manera, si das like a la publicación de una persona, candidata, artista, empresario, etc., el algoritmo te propondrá otras publicaciones en la misma dirección. Ya no digamos si compras un boleto para un concierto, un viaje o rentas una película. La frase para hacerlo dice: “También te puede interesar…”
Aunque parezca que la red es ilimitada y abierta, realmente se trata de un espacio de encerramiento. Seleccionamos solo aquello que concuerda con nuestras ideas, de tal manera de interactuar con quienes piensan igual que yo, tienen las mismas preferencias y pueden seleccionar textos, lugares o diversiones similares a las que me gustan.
Así, vamos viviendo cada vez en comunidades cerradas, sin atisbar lo que dicen o proponen otras comunidades que me pueden causar displacer. Las redes sociales (RSO) y el internet son ese omnipresente al cual consultamos el pulso de la vida. Así como las abuelas se persignaban antes de salir a la calle, ahora consultamos el tiempo, las tendencias en las encuestas, el tráfico, los restaurantes, y otros asuntos más, en las redes.
El internet y las redes sociales han cambiado las formas de interactuar y de comunicarnos. ¡Nada es como antes! No es que añore las comunicaciones interpersonales como única manera de relacionarnos, sino que lo que estoy analizando es que, así como antes nos relacionábamos con quienes estaban en la proximidad y de entre ellos, seleccionaba con quien interactuar a partir de preferencias comunes, ahora en las redes ocurre algo similar. Esa preferencia por seleccionar a quienes tienen algo común conmigo no lo inventaron las redes, solo lo trasladamos a ellas.
¿Por qué en la primaria fue mi amiga Susana o Amalia, Alma y Judith? Porque vivían por mi rumbo, disfrutábamos jugando la matatena y no nos gustaba hacer costura.
Así seguimos, pero ahora en redes. Efectivamente, aunque pueda comunicarme con Noemí que se encuentra en Chile, con Roberto en Canadá o Carmen en Chiapas, ese alguien tiene alguna característica o gusto que lo acerca a mí: comparte las mismas preocupaciones sobre el medio ambiente, está a favor de los derechos que se otorgan a los animales, lucha en contra de las desapariciones forzadas, compartimos acciones sobre la igualdad, etc. Construimos, entonces, barrios digitales desde los cuales habitamos el ciberespacio. Barrios, al fin y al cabo.
Entonces, lo de hoy sí es como antes, sigo siendo una persona habitante de un pequeño espectro del mundo.
No huelo al otro, o la otra. No sé cuál es el aroma que despide su cuerpo o su cabello porque no estamos en la proximidad ¿Cómo camina? ¿qué ritmo asume al caminar? ¿Suspira cuando ve el horizonte? Las sociedades del aliento cercano son sustituidas por las sociedades de la imagen remota. La imagen me transmite un ser con la apariencia elegida para mostrarse ya sea en un fondo nítido donde puedo ver el contexto desde el que se conecta o en el fondo difuminado que esconde los detalles de su entorno.
En Babel el mundo se embrolló, aquí en cambio, ancladas en esta orilla habitamos un mundo empequeñecido por mis propias preferencias, por la activación que realizo de mensajes, de perfiles, de acciones. Con ello, creo una burbuja donde me reconozco en quienes también tienen esas preferencias. Una gran burbuja que es, al final de cuentas, una burbuja selectiva, donde estamos los que nos consideramos semejantes.
No activo las burbujas de los otros, de aquellos que nunca estarán en mis mensajes ni yo en los de ellos. No sé cómo reaccionarían ante mis palabras ni sé cómo yo actuaría ante sus propuestas. Son burbujas digitales que no se tocan.
Habitamos el ancho mundo de la era digital empequeñecido por las preferencias individuales a partir de las cuales creamos nuestras minúsculas colectividades. Seguimos viviendo en barrios.
Por eso, cuando das like avivas un tramo de alambre de púas para seguir viviendo en tu pequeño territorio delimitado por tu mismidad. Somos seres que, con cada like que damos, establecemos fronteras.
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 6 de noviembre de 2024.
Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx
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