lunes, 15 de enero de 2018

¿Pueden ser democráticos los autoritarios?

¡Esclavos y payasos,
arrancad de sus asientos
a los graves senadores
 de arrugas venerables
y gobernad en su puesto!

Shakespeare. Timón de Atenas

Seguramente la novela mexicana está escribiendo las disputas alrededor del poder en México. Esa larga zaga donde se encierran inagotables posibilidades del comportamiento humano alrededor de dominar unos sobre otros, pues de eso se trata el poder. En México, las reglas para ese dominio se encuentran plasmadas en Códigos Electorales Federales y Estatales, pero sobre todo, se encuentran en la práctica real de la aplicación de esas leyes.

¿Por qué es tan atractivo el poder? Decidir destinos, disponer del tiempo, utilizar la riqueza es una atribución de los dioses. En el ámbito terrenal se traduce en imponer la voluntad propia, manipular, disponer de la riqueza pública para fines personales.

¿Todos los políticos son tiranos? Para Shakespeare pareciera que sí si nos asomamos a Julio César, Enrique IV o Coriolano. ¿Todos los políticos mexicanos son corruptos? Quizá no tengamos una respuesta cabal de ello, lo que sí podemos decir es que todos los partidos políticos que actúan actualmente en la arena política mexicana, son autoritarios.

Ningún partido político, de los que pueden ser competitivos, practican la democracia a su interior ni en la resolución de sus propias controversias. Si vemos el autoritarismo del PRI, del PAN, del PRD, sabremos que en México, el autoritarismo es el rostro de la democracia. Todos los partidos políticos tienen precandidatos únicos que, por ello mismo, se convertirán en los candidatos definitivos.

En México tenemos una larga tradición de autoritarismo. La relación del poder con la sociedad ha sido la búsqueda del sometimiento pero no la construcción de ciudadanía crítica. Todo ello teniendo como base una pobreza escandalosa y un descuido –por decir lo menos- de la aplicación de las leyes. Y, en medio de todo ello, la impunidad como la moneda de la democracia.
 
El PRI ha perdido la inminente mayoría desde principios del tercer milenio, pero ello no ha significado la pérdida del poder. Por el contrario, estar en la oposición durante doce años, le permitió reconfigurarse a partir de la búsqueda de los intersticios donde se arman las alianzas y complicidades del poder y sus negocios.

Además, los partidos políticos en su conjunto, han sido priísados. En México, el único partido que conocemos es el PRI o más bien dicho, las formas de gobierno, las relaciones con la ciudadanía, la distancia respecto de las leyes, la forma de organizar el poder y otros elementos,  han constituido la pedagogía heredada por el PRI a los diversos partidos políticos. Por eso, encontramos voces que llaman a no votar, una cultura política, referida a un “desencanto” de la alternancia, desencanto de la propia democracia. Esta idea se basa en que “todos los partidos políticos son lo mismo”.

Sin embargo, el país ha cambiado. En cien años hemos transitado de una sociedad de campesinos en la ruralidad a una sociedad de habitantes de las urbes. De una concepción del México mestizo, a una comprensión del México multicultural. De una visión masculina del mundo, al reconocimiento de los derechos de las mujeres.

¿Y los partidos políticos? Los partidos políticos deberían ser el principio organizativo de la sociedad, el lugar donde diversos ciudadanos y ciudadanas construirían proyectos de país para llevarlos a cabo ya que la política es el lugar donde se posiciona la cultura, la convivencia, la sociedad.

Pero, no tenemos los partidos políticos necesarios para el momento actual. Enfarragada, la clase política en sí misma, carecemos de motivos para renovar el sistema político. En México, la contienda democrática se reduce a la competencia electoral: retener el poder por el valor que ello tiene. Retener el poder para seguir reteniéndolo: sin metas republicanas, sin construcción de bien común, sin nadie a quien dar cuentas. Quizá por ello, las contiendas electorales se parecen más a un cumplir el rito de las elecciones, antes que a un momento de apertura a una nueva posibilidad de sociedad, de construcción de otra forma de vivir.

En síntesis, estos partidos políticos autoritarios no pueden ser los agentes de la democracia.

Socióloga, investigadora de la Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco_1@yahoo.com 

Publicado en Nayarit Opina el 15 de enero de 2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario