viernes, 24 de julio de 2020

Silencio

A veces el silencio habla, así pensábamos cuando veíamos a la vieja Natividad ir de un lado al otro de la casa. Ya estaba junto al pozo de agua o atrás en los corrales dando de comer a los animales. Mascaba cilantro todo el día, llegué a oirle decir que era bueno para los dolores de estómago, pero nunca me ha dado por mascarlo.  

Una tarde cayó un rayo sobre un árbol del corral, quedó todo carbonizado por lo que nadie se arrimaba. Se convirtió en su sitio favorito para ver las caídas de las tardes. -¿No tienes miedo que caiga otro rayo?- le pregunté. Me miró con misericordia y dijo: -Nunca te caen dos desgracias iguales-.

Natividad se iba a casar, -me contó mi madre- el día de la boda antes de salir a la iglesia, le vinieron a decir que al novio le había caído un rayo. -No estaba muerto, pero como si lo estuviera, porque se convirtió en el loco del pueblo. 

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